miércoles, 26 de septiembre de 2012

Apego y Acuerdo Parental

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Apego y Acuerdo Parental: 

Indispensables para el Desarrollo Sano

El convertirse en padres supone dos desafíos básicos: criar chicos sanos y sostener acuerdos conyugales que colaboren con eso.
Para cumplir con ambos desafíos es necesario aprender a establecer un entorno familiar confiable y estable que transmita sensación de equilibrio, tranquilidad y cobijo. Para ello solo se necesitan una base segura una relación conyugal armónica.

Una base segura
Sabemos gracias a los escritos de John Bowlby, psicólogo inglés del siglo XX, que para crecer sanos y felices, los chicos necesitan lo que él denomino apego seguro. De acuerdo a la teoría del apego seguro, la capacidad que tiene un padre para otorgar a un hijo experiencias de exploración del entorno a tiempo que lo contiene afectivamente, son la base de una paternidad que permite orientar el sano desarrollo de los chicos.
Cuando el padre es cercano, atento a las necesidades del hijo y responde con frecuencia a lo que el hijo necesita, este sentirá seguridad y confianza en el vínculo con el padre y podrá abrirse al entorno de manera segura, juguetona y sonriente. Se mostrará posiblemente sociable, poco inhibido y curioso frente al mundo que lo rodea.
Otras alternativas de vínculo que suponen tanto sobreprotección como abandono, no redundan en comportamientos saludables en los chicos, y, frente a estos tipos de pauta, los chicos pueden mostrarse llorones frente a la posibilidad de separarse de sus padres, evitativos en la comunicación o incluso, rechazar al cuidador de manera expresa.
La base segura facilita el desarrollo sano, colabora con la estimulación de habilidades cognitivas y socioafectivas y se traduce en chicos sonrientes y relajados.
Una relación conyugal armónica
Cuando una pareja se caracteriza, desde antes del nacimiento de los chicos, por tener una relación que supone mutualidad positiva sostenida, autonomía de cada miembro de la pareja y habilidad para resolver los problemas y neutralizar las emociones negativas que pueden aparecer en el marco de la relación conyugal, en general tiene más posibilidades de criar hijos sanos y felices (Heinicke, 2002).
Cuando una pareja reúne estas características suelen además ser habilidosos para responder a las necesidades de los chicos y estimular en ellos la autonomía e independencia. Cuando ello sucede, en general, los chicos tienen mejor rendimiento académico, mejor inserción social y más experiencia de emociones positivas que otros chicos.
Frente a ese tipo de acuerdos parentales, los chicos se sienten seguros y el hogar se convierte en un espacio que protege el sano desarrollo.
Cuando las relaciones tienen estas características, existe más posibilidad de que se sostenga de manera funcional el acuerdo entre miembros de la pareja frente a la crianza de los chicos.
Expertos en el tema sugieren que es necesario que existan espacios de soledad y privacidad para la pareja para que les sea posible, en esos momentos, conversar y pensar acerca de cuáles son las estrategias que en conjunto quieren establecer para orientar la crianza de los chicos.
¿Qué cultivar en cada uno para tener una pareja saludable y una relación armónica que se oriente al acuerdo sostenido como padres?
Las parejas sanas implican, de acuerdo a Heinicke:
  • Capacidad para expresarse mutuamente empatía y apoyo
  • Capacidad para compartir con coherencia y objetividad, una pauta parental que suponga balance entre las necesidades de los chicos, la pareja y cada uno de los padres
  • Capacidad de recordar las propias experiencias como hijo para orientar el ejercicio de la paternidad
  • Capacidad de demostrar sensibilidad frente a las necesidades del otro miembro de la pareja
  • Capacidad de construir una relación sostenida en la confianza mutua

Cuando la pareja logra establecer un vínculo de estas características, en general, los chicos crecen sanos, en un marco de contención y estabilidad que colabora con el que otorga una base segura en palabras de Bowlby.
"La cualidad del apoyo experimentado por el compañero, casados o no, juega un rol central en la capacidad de adaptación de la familia". La capacidad de adaptación de la familia juega un rol central en la capacidad de adaptación de los chicos al entorno que los rodea.
Así es como apego seguro y acuerdo parental son dos de las variables que más influyen en la crianza de los chicos y en la posibilidad de que sean felices en el futuro.
REFERENCIAS:

Heinicke CM (2002) The transition to parenting.
En Handbook of parenting.
Volume 3: being and becoming a parent de MH Bornstein.
Routledge Press.

Imagen Tomada de: El conocimiento se comparte

Transplante de Útero de Madre a Hija

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Suecia realiza primeros trasplantes de útero de madre a hija.

ESTOCOLMO (Reuters) - Médicos suecos realizaron los primeros trasplantes de útero de madre a hija en el mundo, informó el martes un equipo de doctores.
La Universidad de Gotemburgo dijo que dos mujeres suecas, ambas de entre 30 y 40 años, recibieron úteros de sus madres en cirugías llevadas a cabo en un hospital en el oeste de Suecia durante el fin de semana. La identidad de las mujeres no fue revelada.
"Más de 10 cirujanos, que se habían entrenado juntos en el procedimiento durante varios años, participaron de la compleja cirugía", señaló el líder del equipo, Mats Brannstrom, profesor de obstetricia y ginecología de la universidad.
A una de las mujeres se le había extirpado el útero años atrás debido a un cáncer de cuello uterino, mientras que la otra había nacido sin él, indicó en un comunicado la sede académica.
"Ambas pacientes que recibieron los nuevos úteros están bien, aunque cansadas luego de la operación. Las madres donantes están levantadas y caminando y serán dadas de alta del hospital en pocos días", agregó.
La universidad dijo que estima que entre 2.000 y 3.000 mujeres en edad reproductiva sólo en Suecia no podían tener hijos debido a la falta de útero.
El equipo médico manifestó que la calidad del útero era controlada por los ovarios y las hormonas, y que en teoría un útero posmenopáusico trasplantado podría albergar un bebé.
Una de las dos receptoras, identificada solamente con el nombre Anna, dijo que sabía que algunos criticarían la práctica en términos éticos, pero agregó que para ella simplemente implicaba restaurar una función del cuerpo de la que se había visto privada por el cáncer.
"Se siente increíble poder experimentar esto", señaló la paciente en comentarios publicados en la página de internet del hospital Sahlgrenska, donde las cirugías se llevaron a cabo sin complicaciones.
La mujer expresó que aún no había garantías de que ella y su novio pudieran concebir a partir de ahora. "Recibimos una oportunidad maravillosa, y si funciona será un plus encantador", añadió.
Fuente: Yahoo Mujer

jueves, 20 de septiembre de 2012

¿Qué hacer si tu hijo no quiere comer?

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¡Mi hijo no quiere comer!


¿Tu hijo se enfada cada vez que se sienta frente al plato? A menudo, para muchas familias, la hora del almuerzo se convierte en una auténtica pesadilla y en una guerra continua entre padres e hijos. ¿Qué debemos hacer cuando el niño no quiere comer? Ante todo no hay que perder la calma.

Aunque su actitud de rechazo puede perturbar el almuerzo familiar y resultar verdaderamente molesto, sin contar con la impresión de tener que ceder ante el poder del niño, no vale la pena montar en cólera ante un hijo inapetente. Un niño no se muere de hambre si no está muy deteriorado físicamente y si tiene alimento a su alcance. Su salud no debe ser en este caso nuestra preocupación, sino las causas de esa actitud frente a la comida.

La relación del niño y de la madre está estrechamente vinculada con la alimentación. Cuando el niño se enfada con ella, su cólera puede expresarse en el rechazo de la comida que ella prepara: el comer puede ser un símbolo de lucha entre el hijo y la madre y el rechazo de ésta un síntoma de algo más.

Causas de inapetencia

1. Hay padres que se equivocan en el tamaño de las raciones y quieren que su hijo coma más de lo que necesita. Si está fuerte y sano no debemos preocuparnos de que coma poco, siempre que lo que coma sea complementario y equilibrado.

2. Otra de las causas de inapetencia puede ser debida a que el niño esté atravesando un mal momento familiar: el nacimiento de un hermano, falta de dedicación por parte de sus padres, un deseo de llamar la atención o cualquier cambio en su vida…

3. Por el contrario hay niños que toman la postura contraria y devoran sin degustar la comida. Esta voracidad ante el alimento nos está hablando de un problema sin resolver. Debemos reflexionar y atender a las causas de esta ansiedad, además de procurar motivarle para que coma más despacio, saboreando los alimentos y tomando una postura reposada en la comida.

4. Puede convertirse también en inapetente el niño manejado por una madre autoritaria y nerviosa que crea un ambiente tenso de disgusto, con prisas y amenazas en vez de hacer de la hora de la comida un momento de encuentro y diálogo, de tranquilidad y afectividad.

5. Otro tipo de niño es el que come a cualquier hora menos a las horas de las comidas. Ante este caso, nuestra postura debe ser firme y debemos mantener la disciplina de comer a sus horas, si queremos que su alimentación se normalice.

6. Es frecuente también que durante la enfermedad, el apetito descienda a un bajo nivel. Los niños comen mal por razones fisiológicas, por esa razón cuando están convalecientes y les forzamos a comer, podemos introducir factores emocionales y transformar el comer en un símbolo de lucha entre la madre y el hijo que puede alargarse posteriormente a la enfermedad. En cambio, cuando no se le obliga y se cura de la enfermedad, al volver al nivel normal, la necesidad de alimento regresará a sus normas anteriores.


Hay que tener en cuenta la fase evolutiva en la que está el niño para comprender la apetencia o rechazo de ciertos tipos alimentos. Los bebés comen mucho, ya que el crecimiento que experimentan a lo largo del primer año es muy grande, siendo más pausado a partir del segundo año. Al introducirle la alimentación sólida, ya no necesitan ingerir tanto, pues están recibiendo una alimentación equilibrada y sana. No hay que “atiborrar” a los niños y pensar que cuanto más coman, más sanos estarán.

La hora de la comida es un momento apropiado para la socialización, el diálogo y la relación afectiva con el niño. Por tanto es importante crear una atmósfera agradable, de charla e intercambio. Cuando se produce tensión y disgusto, podemos llegar a crear un niño inapetente, sólo por nuestra actitud negativa de gritos, ademanes bruscos o impositivos.

Hay que tener en cuenta que en estas edades el niño es un ser muy activo y por tanto debemos servir la comida con mucha agilidad y motivar al niño para que no se dilate demasiado la hora de la comida. Es preferible quitarle el plato en un tiempo prudencial que dejarlo durante horas delante de él.

Otro factor que hay que tener en cuenta es que el niño en estas edades desarrolla intensamente sus conocimientos a través de los sentidos. Le gusta verlo y tocarlo todo. Hay que permitir por lo tato una flexibilidad en cuanto a los hábitos en la alimentación para que el niño tome parte activa en la misma pues, tocando los alimentos y jugando con la cuchara, aprenderá pronto a comer solo.

Incentivándolo para valerse por sí mismo ante la comida, estamos consiguiendo un interés y apetencia por la misma.




Hábitos de alimentación

Para que se instauren unos hábitos de alimentación correctos, debemos tener en cuenta varias cosas:

Es importante que se respete un horario fijo para las comidas, comenzamos así a crear un hábito. Si se le hace esperar demasiado tiempo o se le da la comida cuando no tiene hambre, la situación llegará a convertirse en un problema.

El niño pequeño debe hacer cuatro o cinco comidas al día y no se le debe permitir picar fuera de las horas asignadas para el alimento. Por ello evita absolutamente los malos hábitos: nada de galletas, ni dulces para que el bebé deje de llorar. Si los niños son mayores y pueden abrir la nevera o los armarios de la cocina, debes vigilar que no cojan lo que ellos quieran cuando ellos decidan.

Debe comer en un sitio destinado para ello y procurar que siempre sea el mismo. Debe aprender que no puede levantarse hasta que no termine de comer, aunque si hay más gente en la mesa no se le puede obligar a permanecer en ella hasta que todos terminen -para un niño pequeño esto resultaría un esfuerzo excesivo.

Proporciónale una alimentación variada… y cuanto antes mejor. Alrededor de los seis primeros meses la nutrición comienza a ser variada y es entonces cuando debemos comenzar a inculcar los buenos hábitos alimenticios. Haz funcionar las papilas gustativas de tus hijos e introduce poco a poco todos los alimentos habituales en la nutrición infantil, para que se acostumbre desde el principio. No hay que darse por vencido ante el primer “no”, ya que éste puede ser meramente circunstancial; los niños necesitan algo de tiempo para aceptar un alimento nuevo, hay que tener en cuenta que todos los sabores son desconocidos para ellos. Si rechaza algo nuevo hay que volver a presentárselo unos días después y siempre poco a poco, que lo pruebe, luego dos cucharas, después tres... hasta que llegue el día que coma todo el plato.

Un error gravísimo en el que caen muchas madres es prepararle sólo las comidas que saben que le gustan para evitar el conflicto a la hora de comer.  La madre tiene que decidir lo que debe comer el niño, no al contrario. Si no lo quiere, no se le debe preparar otro plato y es mejor que no coma a que él decida lo que va a comer.

Otro error que debemos evitar es el transmitir negativamente nuestros gustos culinarios a nuestros hijos, inconscientemente lo hacemos y no les ofrecemos aquellos alimentos que a nosotros no nos gustan. Esto, sin querer, se va heredando de padres a hijos. Hay que darles de comer de todo, aunque no nos guste comerlo o prepararlo. Nosotros somos el modelo a imitar y los niños aprenden imitándonos en todo. Si nunca te ve comer fruta ¿cómo pretendes que él la coma?

Esto no quiere decir que deba gustarles absolutamente todo. Hay platos que no gustan y esto es normal y se debe respetar. Si un niño come una alimentación variada y sana, no pasa nada porque haya algún alimento que no le guste.

No fomentes la actitud pasiva en el niño, entreteniéndole con cuentos, juguetes o televisión mientras le das de comer cucharada a cucharada.

La hora de la comida es la hora de la comida, no es la hora de ver la televisión. Se le debe invitar a un diálogo animoso para que le sea más grato el almuerzo, pero que sea él el que coma. El niño tiene que darse cuenta que está comiendo, disfrutando del momento, saboreando la comida, dándose cuenta si está fría o caliente, del olor, etc.

Ponle una cantidad adecuada para que se termine el plato. Es mejor que repita  a que se desanime ante un plato muy colmado ante el cual se sienta incapaz de terminarlo. Para el niño es muy gratificante terminarse todo y luego pedir más. Si la comida consta de dos platos, modera el primero para que pueda comerse el segundo.

Si el niño pide repetir, se debe terminar el plato. Hay muchos niños que piden más comida o una galleta y luego la tiran a la basura. Si la ha pedido, debe comérsela para que aprenda a modular su apetito y sepa dosificarse.

No puedes exigir muchas normas en la comida desde el primer momento. Las reglas tienen que ser secuenciadas y priorizadas: primero que coma, después ya puedes introducir normas como utilizar la cuchara, no meter las manos en la comida, sentarse correctamente, no ensuciar la mesa, cerrar la boca, recoger su plato...

No frenes su desarrollo. Para el niño es tan importante el gusto como el tacto en el descubrimiento de los alimentos. Por eso se le debe permitir tocarlos y hasta embadurnar la mesa. Debe empezar a usar la cuchara cuanto antes, sin importar que juegue con la comida o que se ensucie. Esto no es debido a su falta de habilidad, estas acciones son deliberadas. Cuando el niño se sitúa en la etapa anual y el medio tolera esta acción, se le está ayudando a que se alimente a sí mismo, con sus manos y poco después podrá realizar con facilidad y rapidez la transición al uso de la cuchara.

Lo mismo ocurre con el paso de la alimentación blanda a la sólida. 

Cuanto más tardemos en introducir la alimentación sólida, más difícil será, pues los niños se aferran a la etapa anterior, cuando se alimentaba succionando.

Al frenar su interés en probar otros alimentos que no sean el puré o la papilla, estás impidiendo su crecimiento psicológico y sus ganas de ser mayor. Él debe darse cuenta de que valoras esos pasos que da hacia la independencia. Del mismo modo llegará un momento que ellos rechacen los purés y las papillas, pero suele ser pasajero y puntual cuando pasa a la alimentación sólida, volviéndolos a aceptar al poco tiempo.

No utilices el alimento como premio o castigo. “Sino te comes todo, no saldrás al parque a jugar” o “Si no ordenas tus juguetes, no hay postre”. A menudo los padres utilizan estos argumentos para conseguir algo de sus hijos. Sin embargo es preferible entender la comida como un hecho cotidiano y básico y no como una herramienta para disuadir.

No nos olvidemos que nuestro pequeño copia nuestro comportamiento. Es muy importante por lo tanto que vea en nosotros el placer de comer. Comer implica muchas más cosas que el simple hecho de engullir y digerir. Ponle cuanto antes a tu lado en la mesa junto con el resto de la familia y haz de ese instante un momento de convivencia.


Algunos consejos para que coma


• Hacer de la hora de la comida un momento de diversión

Haz que intervenga en el “ritual” de la comida.  A cada edad puede realizar una labor: A partir de los 18 meses, puedes comenzar a llevarle al mercado y enseñarle las verduras y frutas por colores y por nombres. Una vez en casa, déjale ayudarte a ordenarlas, lavarlas y colocarlas en el plato o la fuente una vez cortadas. A los 2 años pídeles que ayuden a elegir el mantel, a poner las servilletas o coger flores para el centro de la mesa. Desde los 3 años, si sus movimientos son ya suficientemente coordinados pueden colaborar colocando los platos y cubiertos en la mesa. A partir de los 4 años puede ayudarte o hacer él mismo una receta sencilla, bajo tu supervisión y que sin duda, ¡le abrirá el apetito! Si después de esto nuestro hijo sigue sin tener hambre, pídele que se siente en la mesa aunque no coma. Lo importante es no hacer un drama de la alimentación. En lo que respecta al menú, proponle que elija entre algunos platos, pero hazle comprender desde el principio que no está en un restaurante a la carta.

• No le presiones

Hay palabras que transforman en un drama la situación más banal. Debemos desterrar de nuestro vocabulario expresiones como: “¡Termínate el plato!” o “Si no hay judías verdes, no hay postre!”. Esta es la mejor manera de que el pequeño se niegue a comer. Si el niño no se siente presionado, empezará a comer sin ninguna preocupación. No te enfrentes a un niño que no quiere comer, él buscará agotar tu paciencia. Trata de decirle pacientemente: “De acuerdo, no comes en la mesa, pero si tienes hambre dos horas más tarde, tendrás q esperar a la cena”. Eso sí, no le dejes picotear durante la tarde. Y deja de lado el tema de la comida para hablar con él de otras cosas.

• Haz atractivos los platos

En ocasiones que los más pequeños tomen algunos alimentos como la fruta o la verdura puede resultar una pesadilla. Con algunos trucos podemos conseguir engatusar los estómagos más caprichosos para que coman de todo: Sé creativo cuando prepares los platos, varía las formas de las verduras, córtalas de diferentes formas, en palitos por ejemplo, que podrán mojar en salsas (purés) de colores y texturas diferentes. Corta la fruta en pequeños trozos y ensártala en un palito a modo de brocheta. Utiliza tu imaginación para hacer agradable los platos que menos le gustan. No hay duda que ese momento festivo le gustará y le hará olvidar que bajo esos adornos de colores se encuentra el puré de zanahoria que tanto le desanima.

Aprendiendo a comer solo

A lo largo del segundo año (12 a 24 meses) comienza el aprendizaje del uso del vaso. Al principio se llena muy poco para que no lo vuelque y muy pronto adquirirán la habilidad óculo-manual de no derramar el agua. A  los 3 años debe manejar con soltura la cuchara y el tenedor, sin ensuciarse demasiado. Entre los 4 y los 5 años ya debe tener destreza con el cuchillo cortando  alimentos blandos.

Redacción: Lola García-Amado
Fuente Directa de la Nota: Todo PAPÁS
Fuentes: Pelancha Gómez-Olazábal,  Guía infantil, Asociación Española de Pediatría, 
Observatorio Idea Sana Eroski Campaña Comer Bien Comer Sano Fundación Dieta Mediterránea.
Fotografías tomadas de: Guía Jardines de Infancia  -  Ser Padres  -  Mundo Fili

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Protégelo, ponle el Cinturón de Seguridad.

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Si me amas -> ¡Ponme el Cinturón!

Ellos confían en ti, eres su ejemplo a seguir, por lo tanto, no velar por su integridad física es algo que puedes lamentar el resto de tus días, no pongas en peligro la vida de tu ser más preciado.


Nuestros hijos están convencidos de que nosotros somos Súper Héroes que lo podemos todo, si están a nuestro lado, nada malo les podrá ocurrir.  Su fe en nosotros es ilimitada. No defraudes su confianza y amor, pasando por alto algo tan importante como lo es colocarlos en su Sillita de Seguridad o ponerles el Cinturón. 

Unos pocos minutos de tu tiempo, que pueden ser la diferencia entre la vida y la muerte del regalo más hermoso que Dios te pudo dar: Tus hijos.


Yo quiero vivir -> ¡Ponme el Cinturón!

Fotografías tomadas de: @Piensa y Actua
fb @PiensayActúa y en twitter @_PiensayActua

Enséñales a Cuidar el Medio Ambiente.

en 12:23 2 comentarios

Enseñemos a nuestros niños sobre reciclaje

Cuando tus hijos están pequeños les es imposible comprender conceptos como el calentamiento global, sus efectos y las razones por las que debemos reciclar. No obstante, esto no es razón para no inculcarles una buena relación con el entorno y la naturaleza.

Debemos enseñarles, con pequeños gestos, los hábitos de reducir, reutilizar, reciclar y recuperar. Esas son las cinco erres (RRRRR) que debemos poner en marcha cada uno de nosotros para salvar y conservar nuestro planeta.

A partir de los 3 años de edad, los niños ya pueden aprender a separar los residuos. Al principio, la enseñanza se produce mediante el ejemplo que ofrecen los padres a la hora de separar los materiales (cristales, cartones, plástico) en casa. Así, después podrán compartir el mismo comportamiento en familia, mientras aprende y se interesa por el reciclaje en el colegio y en su entorno.

¿Cómo enseñar a nuestros hijos a cuidar el planeta?

Reducir la cantidad de basura, reutilizar envases y bolsas, reciclar materiales como el plástico y recuperar materiales para volver a utilizarlos son algunas de las iniciativas que los padres pueden hacer para enseñar a sus hijos el concepto de reciclaje.

Además, existe un sistema de colores para los contenedores que es especialmente educativo para los niños. Cada uno tiene asignado un color para verter la basura. La clasificación es:

Azul: Papel y cartón

Verde: Vidrio y cristal

Amarillo: Metal

Rojo: Envases de plástico

Gris: Restos de comida, es decir, materia orgánica, y también las plantas, telas, la tierra, cenizas, colillas y tapones de corcho.

Naranjo: Restos de aceite, juguetes rotos y pilas.


Tips para enseñar a los niños a reciclar

Junto con los colores y pequeñas acciones en tu hogar, puedes enseñarles cosas como:

  • Ahorrar electricidad
  • Reducir el consumo de agua
  • Utilizar baterías recargables
  • Reciclar y separar los productos que se consumen
  • Limpiar y reutilizar el papel de aluminio
  • Reutilizar las bandejas de fruta envasada
  • Utilizar dispositivos de reducción de agua en los grifos
  • Lavar la ropa cuando realmente esté sucia
  • Llevar bolsas de tela para hacer las compras
  • Hacer un plan de acción ecológico familiar


Juegos y Actividades 
para enseñar a los Niños a Reciclar y Reutilizar


Para enseñar a tus hijos a reciclar en forma divertida, puedes mostrarles cómo separar los residuos a través de juegos como:

- Dibujar con los niños los cuatro tipos de contenedores que hay según el material reciclado. Los contenedores se pueden recortar y pegar en un azulejo de la cocina. Alrededor de cada uno de ellos, los niños pueden pegar los objetos que previamente han dibujado y recortado y que pertenecen a cada contenedor, por ejemplo: un periódico viejo en el azul, una botella de cristal en el verde, un cartón de leche en el amarillo o la raspa de un pescado en el gris.

- Los calcetines viejos son geniales para hacer caballos y serpientes. Hay que rellenarlos de telas inservibles (ropa rota que no se puede donar) o de papel de diario. La cara se les hace con un rotulador, o recortando los ojos y la boca en cartulina y pegándolos después.

- Con cajas de embalaje o de cartón que hayan venido del supermercado o de comprar zapatos se pueden construir circuitos laberínticos o pequeñas casitas; pintar, recortar figuras y pegarlas. Las posibilidades son infinitas cuando un niño echa rienda suelta a su imaginación.

- Con botellas de plástico podemos fabricar un juego de bolos. Necesitaremos varias del mismo tamaño. La bola se construye con el papel de plata de envolver los bocadillos.

Si eres papá o mamá, recuerda que la forma más fácil y eficaz de enseñar a los niños a conservar el medio ambiente comienza por casa y el resultado del mañana será gracias a lo que hagamos hoy.

 DATO

* La UNESCO declaró el 17 de mayo Día Mundial del Reciclaje

* Es necesario utilizar entre 10 y 15 árboles para fabricar una tonelada de papel

* Reciclando el aluminio es posible ahorrar el 95 por ciento de la energía que se necesita para fabricarlo a partir de un mineral llamado bauxita.

Fuentes: 
www.guiainfantil.com                

Cómo criar hijos delincuentes.

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Los Miedos Infantiles y los Terrores Nocturnos.

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Los Miedos infantiles

Fuente: TV Para padres



Las Pesadillas infantiles y los Terrores Nocturnos


1-Introducción
2-Diferencias entre Pesadilla y Terror Nocturno
3-Las Pesadillas Infantiles
   - Orientaciones para superar pesadillas
4-Los Terrores Nocturnos
   - Controlar los terrores nocturnos

Introducción

Las pesadillas infantiles y los Terrores nocturnos se engloban dentro de los Trastornos del Sueño y concretamente en el grupo de las Parasomnias. 
Se denominan parasomnias a aquellos trastornos del sueño caracterizados por acontecimientos o conductas anormales asociadas al sueño, a sus fases específicas o a los momentos de transición sueño-vigilia. 
Normalmente no constituyen trastornos importantes pero sí que pueden ser objeto de asesoramiento o intervención psicológica por los efectos secundarios que pueden producir en el niño (miedo a dormirse, a la noche, a conciliar el sueño sólo, irritabilidad, ansiedad, etc.).

Diferencias entre Pesadilla y Terror Nocturno

PESADILLASTERRORES NOCTURNOS
Normalmente el niño se despierta durante el episodio y recuerda el contenido del sueño.A pesar de que puede incorporarse de la cama e incluso llorar o gritar, resulta muy difícil despertarle. No recordará nada.
Los contenidos del sueño recordados son muy elaborados.Contenidos inexistentes o muy vagos del episodio.
Durante los episodios no suelen aparecer movimientos ni vocalizaciones ya que no existe tono muscular. En el caso de que aparezca alguna palabra o grito indica el final de la pesadilla.Pueden aparecer verbalizaciones y/o vocalizaciones por la presencia de tono muscular.
Al despertarse: sensación de miedo y ansiedad asociadas al recuerdo de las imagenes oníricas.Se experimenta una intensa ansiedad con gran activación autonómica.
Aparecen en la fase de sueño REM.Aparecen en el sueño No REM.
Suelen darse en la segunda mitad de la noche.Se dan en la primera mitad de la noche.
Inicio entre los 3 y 6 años.Inicio entre los 4 y 12 años.
Suelen remitir a medida que el niño se hace mayor.Suelen desaparecer con el tiempo y normalmente no precisan tratamiento farmacológico.

Pesadillas Infantiles

Se trata de uno de los trastornos más frecuentes en la infancia. Podemos definirlo como un sueño largo muy elaborado, con riqueza de detalles y que provoca en el niño una fuerte sensación de ansiedad, miedo o terror. El contenido de los mismos es muy variado pero siempre existe un componente de peligro para la integridad física del niño. Por lo general no hacen referencia a situaciones reales (salvo en aquellos niños que han sufrido situaciones traumáticas).
El episodio suele terminar con el despertar del niño, volviendo éste a un estado de plena alerta y con la sensación de miedo o ansiedad todavía presente. 

A diferencia de lo que ocurre con los terrores nocturnos, el niño, normalmente, es capaz de relatar con todo detalle el sueño, sus personajes, circunstancias y hechos que se han ido sucediendo. 

Aunque las pesadillas no suelen suponer un riesgo, por sí mismas, para la salud del niño, sí que pueden producir un cierto temor a dormir, en especial, si éstas son frecuentes. Es en estos casos cuando se puede alterar el patrón de sueño y aparecer secundariamente la somnolencia excesiva, irritabilidad, ansiedad, etc.

Las pesadillas suelen aparecer en la fase REM y con mayor frecuencia en la segunda mitad de la noche.
Respecto a sus orígenes se han asociado con agentes externos que han provocado inquietud en el niño. A medida que disminuyen las causas que lo han producido irán desapareciendo. No suelen existir trastornos psicológicos asociados a las pesadillas sino que normalmente tienen relación con fases específicas del desarrollo emocional.

Para algunos autores las pesadillas constituyen una expresión del proceso evolutivo de maduración del sistema psíquico y la puesta en marcha de mecanismos defensivos.

Cuando son muy frecuentes, sí que se ha asociado a niños con un perfil de inseguridad por algún motivo familiar, escolar u otro. 

Son también habituales en niños que han estado separados de sus madres durante un largo periodo de tiempo o si son hospitalizados.

Según el DSM-IV, la prevalencia oscila entre un 10-50% en niños de 3 a 5 años. El primer episodio suele aparecer por primera vez entre los 3 y 6 años.

Normalmente estos episodios se superan con la edad y no necesitan ningún tipo de intervención psicológica.

Orientaciones para superar pesadillas


Ya hemos comentado que la pesadilla suele acabar con el niño despierto y con una gran ansiedad o miedo. Veamos ahora algunas de las orientaciones para actuar en estos casos:
Los padres deben saber tranquilizar a los niños tras el episodio.
  • Es importante que acudan al dormitorio del hijo y lo escuchen pero sin entrar en demasiado detalles acerca del contenido del sueño.  
  • No abrumarlo con demasiadas explicaciones de entrada (por ejemplo intentar demostrarle que los monstruos sólo existen en su imaginación).
  • Utilice una voz suave y trate de no mostrarse excesivamente preocupado o ansioso por lo que ha sucedido.
  • Déle instrucciones en el sentido de que ha tenido una pesadilla mientras dormía y que ya ha pasado todo.
  • Si el niño es pequeño o está muy asustado puede valorarse, tras el episodio concreto y su magnitud, la idoneidad de dejarle dormir en el dormitorio de los padres, o que alguno de ellos lo acompañe durante algún tiempo mientras trate de conciliar el sueño. 
  • También puede dejarse conectado algún pequeño piloto de luz. De todas formas, estos aspectos deben valorarse en cada caso para no crear hábitos inadecuados.


Para los niños más mayores (a partir 7 u 8 años) puede funcionar bien que los padres hablen por la mañana acerca de la pesadilla. Hay que averiguar si hay algo que le preocupa en especial (en el cole, en casa...).
Es importante saber escuchar y/o interpretar las claves de su comportamiento (si han habido cambios en su conducta habitual contingentemente a la aparición de las pesadillas, etc.)

Explicarle que estos episodios, aunque muy molestos, obedecen a unos procesos normales que se dan durante el crecimiento y tienen carácter transitorio. Con ello podremos contribuir a rebajar el nivel de ansiedad asociada al episodio y el temor a que se vuelva a producir.

El hablar sobre lo sucedido en un ambiente calmado y lúdico siempre resulta una gran herramienta terapéutica. Puede también, según la edad del niño, utilizarse el dibujo como medio para sacar fuera el miedo y plasmarlo en un papel donde podrá manipular la historia. Cada niño es diferente y así sucede con la vivencia de la pesadilla, por tanto, deberemos ajustarnos a las peculiaridades de cada caso.

Los Terrores Nocturnos

Los denominados Terrores Nocturnos son menos frecuentes que las pesadillas, no obstante, tienen también una alta incidencia en la población infantil.

Durante el episodio es habitual que el niño se siente bruscamente en la cama y comience a gritar y llorar con una expresión facial de terror y signos de intensa ansiedad. A diferencia de lo que sucede en las pesadillas, no suele despertarse fácilmente a pesar de los esfuerzos de otras personas que tratan de sacarlo del trance desagradable. Si finalmente se consigue, el niño se muestra confuso, desorientado durante unos minutos y con una cierta sensación de temor pero no tan acusado como en el caso de las pesadillas. No hay recuerdo del sueño y si no se ha despertado totalmente vuelve a dormir inmediatamente sin recuerdo de lo sucedido al día siguiente.

Según DSM-IV, la prevalencia de los terrores nocturnos en población infantil es de 1-6%, siendo más frecuente en niños.

Normalmente se inicia en niños de edades comprendidas entre 4 y 12 años, remitiendo espontáneamente durante la adolescencia.

Los terrores nocturnos suelen aparecer en las fases 3 y 4 del sueño No REM, normalmente en la primera mitad de la noche.

Los niños con terrores nocturnos no presentan una mayor incidencia de trastornos mentales o psicopatológicos que la población general a diferencia de lo que se suele observar con población adulta. La tensión emocional y la fatiga parecen incrementar la aparición de estos episodios. Hechos traumáticos recientes (hospitalizaciones, separación de la madre, muerte ser querido, etc.) son factores de riesgo que pueden desencadenar y mantener los episodios.

Algunos autores defienden un componente hereditario en los terrores nocturnos e incluso se apuntan factores genéticos (el 96% de los sujetos de un estudio con terrores nocturnos tenían familiares en primer, segundo o tercer grado con el trastorno). Sin embargo, esto no debe minimizar la influencia de los factores externos o ambientales como el estrés, cuya presencia se asocia de forma muy evidente con algunos de estos episodios.
Controlar los terrores nocturnos

Es importante establecer claramente el diagnóstico diferencial con las pesadillas comentadas anteriormente ya que se trata de trastornos diferentes pero que se expresan en el mismo ámbito: el sueño.

Los terrores nocturnos normalmente desaparecen con el tiempo y no suelen precisar tratamiento farmacológico, salvo en aquellos casos que por su frecuencia o intensidad constituyan un problema para el niño y así lo estime un profesional de la salud. Para estos casos el pediatra o médico puede prescribir fármacos de la familia de las benzodiacepinas de conocido efecto ansiolítico.

En los casos leves, que son la mayoría, los padres deben adoptar una actitud tranquila y de conocimiento del trastorno. Durante los episodios simplemente tienen que vigilar que el niño no se caiga de la cama o sufra cualquier daño físico derivado de su incorporación de la cama y su estado (recordemos que el niño no está despierto). 
  • No hablarle ni intentar despertarle. 
  • Hay que esperar a que el episodio siga su curso natural pero bajo nuestra vigilancia.

Tanto en los terrores nocturnos como en las pesadillas es necesario valorar la conducta del niño durante la vigilia. Considerar si existen problemas en la escuela u otro ámbito que puedan estar influyendo en el mismo. De confirmarse la existencia de dichos factores externos, debería actuarse sobre ellos a fin de solucionar el problema.

Pueden también ser necesarias la aplicación de técnicas que enseñen al niño a afrontar los sueños que le provocan ansiedad. Se puede entrenar la relajación o hacer que el sueño pierda su carácter amenazante. Hay niños que desarrollan la capacidad de desconectar o finalizar el sueño cuando éste pasa a ser amenazante (son conscientes de que estan soñando pese a estar dormidos).
Otra técnica muy efectiva consiste en despertar al niño antes de la hora en la que habitualmente aparecen los episodios (en la primera mitad de la noche). Esto requerirá la observación previa durante varios días para poder establecer el momento aproximado en que se produce. Con esta acción se corta el ciclo del sueño y, por tanto, la aparición del episodio.


Los niños y las ondas celulares, peligros.

en 10:06 0 comentarios

¿Es seguro que nuestros niños usen el teléfono celular 
o jueguen con él?



¿Son peligrosas las ondas electromagnéticas de los celulares?

El doctor canadiense Howard Fisher, médico especialista en el desarrollo de investigaciones y estudios científicos sobre radiación de ondas electromagnéticas estuvo hoy en el programa Salud en RPP donde respondió a las inquietudes de los panelistas sobre los posibles riesgo del uso del celular, así como recomendaciones prácticas.

Estar siempre expuestos al celular ¿hace daño o no?

La radiación electromagnética causa daños al cuerpo humano. El uso del teléfono celular es un asunto complicado porque hay 3 componentes en cuanto a esto: está el celular que en sí, tal vez no sea extremadamente peligroso, está la onda transportadora que emite la empresa que provee el servicio que el cuerpo no la comprende, está la información que nosotros como usuarios transmitimos mediante el teléfono celular. Nosotros creemos que este tal vez es el más importante componente. Pero como los tres trabajan juntos, nos tomará muchos años determinar los mecanismos. 

¿Qué efectos pueden tener las ondas electromagnéticas en nuestra salud?

Hay muchos efectos. Sabemos que estos efectos comienzan a nivel de la membrana celular. Sabemos que pueden afectar los tejidos neurológicos y nosotros somos seres eléctricos. Así es como funciona nuestro sistema neurológico. Enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y Parkinson, hemos hechos hallazgos con respecto al autismo que también se ve afectado. Y desafortunadamente hemos tenido recientes hallazgos que confirman la relación entre el cáncer cerebral y el uso del teléfono celular.  

¿Existe relación en la forma como se utiliza, el tiempo que se utiliza y los posibles riesgos en el cuerpo?

Hay un estudio que muestra que existe una relación entre el tiempo de exposición, el tiempo de uso de las llamadas, el lado de la cabeza en que uno usa el celular. Todos estos factores están relacionados.  

¿En cuánto tiempo de uso del celular pudiera presentarse una lesión en el cuerpo?

Ahora hablamos de un periodo de latencia o incubación. Comparémoslo con algo que conocemos que es muy común como el fumar cigarrillos. ¿Cuánto tiempo va a pasar hasta que usted adquiera cáncer después de fumar su primer cigarrillo? Se espera que el periodo de latencia sea de 20 a 30 años para que se desarrolle un tumor. En el caso del cigarrillo podemos poner un filtro, en el caso del teléfono celular no lo podemos hacer porque no hay nada que filtre las radiaciones, pero hay instrumentos que podemos usar que pueden eliminar los efectos nocivos de la radiación.

¿Cómo deben cuidarse de estas radiaciones las mujeres embarazadas?


Tenemos estudios que indican que las mujeres embarazadas deben alejarse de su secadora de pelo y aspiradora en el primer trimestre, así como evitar tener el celular cerca del vientre.  

No podemos vivir sin celular, microondas o aspiradores de pelo. ¿Cómo podemos cuidarnos, sabiendo que no está comprobado pero sabemos que debemos tomar la precaución?

Dado que la ciencia trabaja en el sentido del avance tecnológico no solo estamos buscando relaciones, sino también que podemos hacer para intervenir en cuanto a los efectos potencialmente nocivos. Nadie sale con la intención de dañar a la gente con estas tecnologías y ha habido desarrollos bastantes positivos en la tecnologías en el campo de ruido.

¿Cuáles serían los posibles riesgos del uso de celulares que se colocan en el oído?

Los bluetooth son dispositivos que emiten radiación. Hay que preguntarse donde guardamos normalmente los celulares. Si tenemos el celular cerca del cuerpo tenemos efectos dobles. Cuando el telefono está apagado no hay riesgo. 

Fuente: Salud en RPP

 

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